
Tenemos la suerte de visitar en este mes de agosto Casa Grande de Xanceda, uno de nuestros proveedores de productos lácteos desde hace muuuUuuuchos años. Desgraciadamente, su localización en el medio rural galego no nos permite organizar fácilmente una visita como las que hacemos con otros productorxs que tenemos en Biolíbere, pero os escribimos estas líneas para contaros nuestra experiencia como unxs de los más de 10.000 visitantes que reciben al año.
Nada más comenzar la visita, Diana nos explica brevemente la historia de la granja, que cuenta con más de 50 años de historia y está certificada en ecológico desde comienzos de siglo. Unos pioneros muuuUuuuy majos.
Las principales protagonistas de la visita son las más de 300 vacas con cuya leche elaboran sus productos y que pasean y pastan por más de 200 hectáreas de prados y bosques autóctonos. Pudimos ver y alimentar a las vacas preñadas y también a sus terneritos (¡dándoles el biberón!). Nos alucinó bastante la sala de ordeño, limpia como los chorros del oro.
En Xanceda hacen muuuuuuchos yogures, unos 40.000 al día. Pero también elaboran otros productos: quesos, kéfir, helados, mantequilla, kombucha o mermeladas. Todas estas delicias se venden en una pequeña tienda que tienen en sus instalaciones y en la que también se pueden encontrar otros productos de la zona.
Ojo, que la cosa no acaba ahí. Además de las vacas (Mileycirus o Shakira) y el proceso de elaboración de sus productos, se disfruta durante la visita de la compañía de muuUuuchos más animales: el gallo Bartolito, el perrete Malibú, la burrita Valentina, el Coello Palace (el palacete de los conejos), cerdos, cabras, gallinas, caballos y hasta abejas. Y, cómo no, de su huerto y sus frutales. Como podéis imaginar, la chavalada se lo pasa pirata subiéndose en tractorcitos y dándole de comer a los animales.
Como remate, te invitan a una pequeña merendola de productos de Casa Grande de Xanceda: en nuestro caso, pudimos probar el kéfir cítrico, la kombucha de limón y varios quesos, además de yogur, por supuesto. Estaba todo muuuUuuuy rico.
En definitiva, una visita que merece mucho la pena para conocer de cerca el trabajo de las personas y animales que nos facilitan el acceso a productos que puedes encontrar en nuestro súper. Eso sí, reservad con tiempo, que las plazas se agotan enseguida.
AUTORIA: Iria y Álvaro