En el corazón de Belmonte de Tajo, a menos de una hora de Madrid, se encuentra una pequeña bodega que lleva más de dos décadas haciendo vino respetando tanto la tierra como a quienes la trabajan. Bodegas Andrés Morate no impresiona por su tamaño, sino por su filosofía: aquí, todo gira en torno a la viña, al equilibrio con el entorno y a una manera honesta de entender el vino.

La finca, rodeada de viñedos de secano plantados en los años 40 y 50, se extiende a lo largo de verdes colinas cultivadas sin pesticidas ni fertilizantes químicos. La viticultura ecológica no es un añadido comercial: es el núcleo del proyecto desde que comenzó en 1999. Fue, de hecho, la primera bodega en recibir la certificación ecológica en la Comunidad de Madrid, y ese compromiso se percibe en cada rincón de la bodega.

Lo que más llama la atención es el nivel de cuidado en cada etapa del proceso. Desde la vendimia nocturna, que se hace a mano para evitar que el calor dañe la uva, hasta el embotellado en pequeñas partidas que controlan personalmente, todo está pensado para intervenir lo menos posible y dejar que el vino exprese lo que la tierra le da. No hay artificios, ni prisas, ni grandes campañas: solo vino, hecho con calma y convicción.

Visitar las Bodegas de Andrés Morate es encontrarse con una forma de vida que valora lo natural, lo pequeño y lo auténtico. Y eso, en tiempos de tanta prisa y uniformidad, es casi un lujo. 

ECOO – Escuela de Activismo Económico
Autor: Guille