Biolíbere: ¡Ya somos supercooperativos!

Biolíbere (r)evoluciona la distribución de alimentos en España uniéndose al innovador movimiento mundial de supermercados cooperativos: autogestión, ecología y soberanía alimentaria en Madrid Sur, desde Getafe

Tras las vacaciones estivales, y con un magnífico –y titánico– esfuerzo colectivo, Biolíbere reabrió sus puertas convertido en flamante supermercado cooperativo el pasado 1 de septiembre en la calle Rosa Luxemburgo, 5, de Getafe. El pequeño economato del barrio getafeño de La Giralda alcanza hoy su mayoría de edad situándose, con este salto cualitativo que acaba de dar, entre los pioneros del movimiento de supermercados cooperativos y ecológicos en España.

Pero hagamos un poco de historia, a fin de situar la experiencia de Biolíbere en el amplio contexto al que pertenece.

Entrada del nuevo local de Biolíbere Supermercado Cooperativo, en Getafe


De las Hilanderas de Fenwick a Biolíbere de Madrid Sur

El concepto de supermercado cooperativo surge, según los analistas, en la década de 1970 con la experiencia del Park Slope Food Coop de Brooklyn, inspirador del proyecto de Biolíbere. Sin embargo, para comprenderlo hay que retroceder mucho más en el tiempo, pues las experiencias actuales de este tipo, que se multiplican ahora en Europa y en el mundo, son fruto en realidad de la evolución de distintas iniciativas y tendencias, algunas de las cuales se remontan hasta el siglo XVIII. Veamos las más importantes.

Park Slope Food Coop, en Nueva York (fotografía © foodcoop.com)


1) El movimiento cooperativo

En efecto, fue el 14 de marzo de 1761 cuando un grupo de 16 mujeres se reunió en la iglesia de un pequeño pueblo escocés para constituir la Sociedad de Hilanderas de Fenwickconsiderada hoy el primer ejemplo de sociedad cooperativa de la historia. (Mirad, en el recuadro, cuántos puntos en común pueden encontrársele con Biolíbere :-)).


Las Hilanderas de Fenwick

Con una aportación de dos chelines y seis peniques, 16 hilanderas escocesas inician el movimiento cooperativo mundial constituyendo una sociedad con el compromiso solemne de «ser honestas y fieles unas a otras y a sus empleadores», trabajar «lo suficiente y bien» y fijar precios que no fueran «ni más altos ni más bajos» que los que imperaban en las ciudades y condados de la región.

Además, se fijaron el objetivo de revertir sus beneficios no solo en la propia cooperativa, sino también en la comunidad. Así, con los fondos generados compraban alimentos que vendían a miembros y no miembros a buen precio, y crearon asimismo una biblioteca municipal y una unión crediticia o banco comunitario organizado bajo los principios del cooperativismo que prestaba dinero a un interés fijo.


En la actualidad, el movimiento cooperativo mundial cuenta con cientos de millones de cooperativistas en todos los ámbitos de la actividad humana y promueve la justicia social, la economía social y solidaria y el comercio justo en todo el mundo.

«female spinner of thread», de thilosoph (CC BY-NC-SA 2.0)


2) La agricultura ecológica

El otro movimiento que ha propiciado las diversas alternativas actuales a la macroindustria agroalimentaria es, por supuesto, el de la agricultura ecológica, que surge en los años 1920-1930 en distintos puntos de Europa por iniciativa de pensadores como Rudolf Steiner en Alemania, agricultores como el matrimonio Müller en Suiza o ingenieros agrónomos como Eve Balfour y Albert Howard en Inglaterra. 

En los años cuarenta y cincuenta comienzan a aparecer, asociadas a estas experiencias agroalimentarias alternativas, asociaciones y cooperativas de consumidores, movimiento que cobrará un gran impulso sobre todo en Francia, hasta generar verdaderos actores de talla nacional a finales de los setenta, como Biocoop, una cooperativa de productores y consumidores de alimentos ecológicos, todavía activa en la actualidad.

Por supuesto, este impulso monumental de la agricultura ecológica en los setenta tuvo lugar como reacción de buena parte de la ciudadanía frente a la industrialización, masificación y deslocalización del sector agroalimentario bajo el sistema de explotación capitalista.

Las cooperativas agroalimentarias de productores y consumidores, ecológicas o no, pueden llegar a ser de gran envergadura y tienen gran tradición en algunos países, como Suiza o Canadá, por ejemplo, que cuenta con cuatro grandes cooperativas regionales que responden a los valores de la economía social: apoyo a productores locales, abaratamiento y accesibilidad de productos alimentarios de calidad, participación democrática en las decisiones y reinversión de los beneficios en la comunidad. 

Fruta y verdura ecológica y de cercanía, en Biolíbere


3) Los grupos de consumo

Ante los nefastos efectos de la macro industria alimentaria en el medio ambiente, así como en la calidad de los alimentos, la salud, el costo de la cesta y el respeto a la vida animal, surgió pues el deseo de muchos de volver al consumo local y responsable tanto desde el punto de vista social como medioambiental. 

En países y regiones donde las cooperativas alternativas no habían cuajado aparecieron los grupos de consumo, como pequeñas asociaciones ciudadanas de consumidores que desean recuperar el control sobre lo que compran y lo que comen estableciendo contactos directos con los productores. 

Sin embargo, estos grupos tienen también sus problemas, pues la organización suele ser complicada y requerir mucho tiempo, además de que la oferta de productos a la que el grupo de consumo tiene acceso puede ser muy reducida. Sin embargo, generaron suficiente saber y experiencia para avanzar hacia el paso siguiente, como la propia historia de Biolíbere ilustra.


El supermercado cooperativo:
cuál es la verdadera innovación

En 2019, un estudio censaba 38 iniciativas de supermercado cooperativo en Francia, 11 en España, 5 en Suiza, 3 en Bélgica y 1 en Italia. Pero sin duda hay muchas más. Una simple búsqueda en la Web permite conocer Supercoop, en Berlín, que se dice inspirado por La Louve de París, y se presenta como el primer supermercado cooperativo de Alemania. 

La innovación de este tipo de estructura es que trata de combinar la distribución a relativamente gran escala y los precios asequibles de un supermercado clásico, por una parte, con la calidad, la trazabilidad, el consumo local y, en muchos casos, como el de Biolíbere, el énfasis en la ecología, característicos de los pequeños comercios ecológicos y grupos de consumo.

A ello se une la cuestión de la organización del trabajo. En los supermercados cooperativos, una de las herramientas para abaratar los productos sin penalizar a los productores, es que los cooperativistas aporten horas de trabajo (dos o tres al mes, en general). 

Socios y socias de Biolíbere acondicionando el nuevo local

Este es, en realidad, el aspecto más novedoso de este tipo de proyectos, que lo diferencia de otras experiencias cooperativas agroalimentarias anteriores. Este aspecto viene además a atizar un ámbito, el del empleo, ya muy revuelto en los últimos tiempos.

Las cooperativas de trabajadores como forma de reapropiación del trabajo y de sus frutos frente a la explotación laboral tampoco son nuevas, como hemos visto. Lo que es nuevo en el caso del supermercado cooperativo es el hecho de que el cooperativista-trabajador es también el consumidor-cliente

Esta fusión de «identidades económicas» podría verse como un pequeño paso decreciente –una vuelta atrás, dirán algunos– hacia una economía de subsistencia, revisada, eso sí, por el aspecto solidario y social que entraña la cooperativa.

Los supermercados cooperativos son pues una maravillosa síntesis de corrientes y movimientos sociales y medioambientales que vienen haciendo frente de forma pacífica y creativa a los excesos del sistema de producción capitalista y a la sociedad de consumo. Representan, como tal, una verdadera (r)evolución:

Socios de Biolibere «hilando» madera
  • aprovechan ciertas formas organizativas de la distribución alimentaria a gran escala, pero con la responsabilidad social y solidaria de los pequeños comercios ecológicos y grupos de consumo;
  • promueven el movimiento cooperativo, pero reduciendo al máximo la dependencia de estructuras comerciales externas, ya que el cooperativista es a un tiempo «empresario» y cliente, y
  • recuperan la soberanía que otorgaba la economía de subsistencia, pero aportando el elemento cooperativo/comunitario que permite enriquecer la paleta de productos de autoconsumo y aligerar la carga que supone su producción.


La proyección social y cultural
de un supermercado cooperativo

La alimentación es uno de los aspectos esenciales de la vida y también uno de los ejes de nuestra relación con el medio ambiente y con el trabajo. El deseo de compartir conocimientos e información sobre alimentos, nutrición, origen de los productos, etc. y la necesidad de reflexionar juntos sobre la organización y la experiencia, unido a la dinámica del trabajo compartido, convierte a los supermercados cooperativos en verdaderos dinamizadores culturales en los barrios donde se implantan

Biolíbere es, en ese sentido, paradigmático, puesto que el proyecto se integra y parte de una asociación cultural –Líbere Educación y Desarrollo– cuyo primer objetivo es contribuir al desarrollo integral de la persona. 

Los locales de Biolíbere son pues uno de los puntos de encuentro más naturales y asiduos de toda una comunidad que no solo es geográfica, sino también ideológica y cultural, y que seguirá propiciando el bienestar y el compromiso ciudadanos en el sur madrileño, dando ejemplo de solidaridad y creatividad con su comportamiento social y ambientalmente responsable.

Haciéndome eco de la enorme gratitud de todos los socios, no quiero terminar esta entrada sin mencionar a nuestras «hilanderas» particulares, Lourdes López y Emilio Lázaro, quienes, con el apoyo de amigos y de vecinos de Getafe, iniciaron este maravilloso proyecto en 2014, tras haber perdido los empleos que desempeñaban en el sector social y educativo a causa de la crisis mundial de 2007. 

Emilio y Lourdes (primero y tercera, por la izquierda) con otros socios de Biolíbere. (fotografía de Javier Barbancho © El Mundo)

¡Enhorabuena a todos! Y nos vemos en Rosa Luxemburgo, número 5. Getafe.


Créditos y fuentes

Todas las fotografías, salvo indicación contraria, han sido tomadas por los socios y amigos de Biolíbere.

Para más información sobre el proceso de creación de Biolíbere Supermercado Cooperativo y de otras iniciativas en España, podéis consultar la sección de Medios de nuestra página web.